"Del suelo broté saludando a la tierra con tal grito, que nunca se había oído a un hombre que había muerto y vive de nuevo. Abracé los troncos de los árboles enloquecido como un auténtico poseso, levanté mis trémulos brazos hacia lo alto...y mi risa se proyectó hacia los cielos".(Edna St. Vincent Millay).

miércoles, 23 de mayo de 2012

Día 11 de mayo de 2.012-Calzada de Béjar-Salamanca (texto)


Nos dirigimos al albergue para ver si podemos tomar un café. Manuela nos invita a sentarnos y nos ofrece unas galletas para acompañarlos. Los peregrinos parecen haber desaparecido y solo nos acompañan los bicigrinos que desayunan tranquilamente. Nuestra intención es alojarnos en Salamanca. Nos apetece hospedarnos en una ciudad con cara y ojos además de dar un garbeo por tan bella ciudad.
Se llanea hasta Valverde de Valdelacasa. Nos cruzamos con algunos peregrinos que salieron muy temprano de Calzada de Béjar y mirando atrás, podemos  apreciar todavía la nieve en las cumbres de la Sierre de Béjar. Paramos en un bar para tomarnos otro par de cafés y el dueño nos pregunta si venimos del albergue Alba y Soraya. El mundo es un pañuelo, resulta que hizo la mili con el marido Manuela. Nos da una tarjeta indicándonos que hace menú especial para los peregrinos. Nos comenta que está pendiente de un peregrino alemán al que debe recoger en coche cuando le avise de que ha terminado su etapa del día. El teutón está algo cansado de los albergues y ahora se hospeda en buenos hoteles cuando los hay disponibles.  Continuamos pedaleando para atravesar Valdelacasa y más adelante Fuenterroble de Salvatierra en donde paramos para que nos sellen la credencial en el albergue. Un peregrino que barre la entrada, nos comenta que una lesión en el pie le retiene un par de días hasta que se encuentre mejor.
Desde éste punto en adelante disfruto mucho del recorrido. Son alrededor de 12 Km. por la pradera en que el silencio y la sensación de soledad son conmovedoras. Se sigue viendo a nuestras espaldas la nieve en las cumbres. A la altura de una choza a escasos metros de un área de descanso hay un peregrino que observa meditabundo el paisaje.
¡¡¡Resulta que es el alemán del que os hablo el dueño del bar en Valverde de Valdelacasa!!! Ha venido andando, nada menos, desde Colonia.
Nos hacemos unas fotos junto a él y proseguimos. Encontramos el desvío hacia Pedrosillo de los Aires pero optamos por el emblemático Pico de la Dueña. Al fondo se ven los molinos de viento. Observando el piso, me sorprendo por el tamaño de las hormigas que pululan por la zona. Son enormes. Multitud de mosquitos revolotean frente a nuestras narices.  La subida al Pico de la Dueña es bastante técnica con una fuerte pendiente. El ruido de las aspas va in crescendo  a medida que nos aproximamos a la cumbre. Hay un momento en que no tenemos muy claro si estamos ante el famoso Pico. La sensación en la cumbre es extraña entre el silencio, el fuerte viento y el zumbido  de los molinos. Javier me comenta el efecto enloquecedor que el zumbido de la aspas tiene sobre los animales, hasta el punto de que no suele haber fauna animal en sus alrededores salvo la abundancia de insectos. Podemos ver la cruz en la cota más alta y tras hacernos algunas fotos, nos lanzamos por una fuerte pendiente cuesta abajo a lo largo de 3 Km. Se engancha una pista asfaltada que nos llevará hasta Calzadilla de los Mendigos. A nuestra izquierda, debajo de un árbol, vemos al bicigrino extremeño que conocimos en Calzada de Béjar. Nos lo volveremos a encontrar a la entrada de Salamanca. No entendemos cómo nos puede haber adelantado y deducimos que ha evitado el Pico de la Dueña, bordeándolo.
Nos lanzamos alegremente a pedalear y a disfrutar de la cómoda pista y, sin darnos cuenta, a la altura de San Pedro de Rozados, perdemos el track que se desvía a la derecha atravesando Morille, Ariseos, Aldeanuela y Miranda de Azán. Cuando nos damos cuenta del error, nos da pereza volver sobre nuestros pasos y no es difícil inferir que está misma carretera, sin apenas tráfico, nos llevará a Salamanca.
 Al llegar al puente sobre el río Tormes volvemos a coincidir con el bicigrino extremeño, que se hace unas fotos con nosotros.
Nos dirigimos hacia el centro de la ciudad con el fin de encontrar un hostal asequible.
Estamos justo al lado de la Plaza Mayor y un Sr. en bici, se ofrece a enseñarnos algunos hostales. Nos comenta que en breve tiene intención de peregrinar desde Salamanca. Por fin encontramos uno muy cerca de la Plaza Mayor. Mientras que nos toman los datos, Javi saca un par de cervezas de un bar adyacente al hostal:”Toma Curro, nos la merecemos”.
Dejamos las bicicletas y con celeridad nos acercamos a la Plaza Mayor para almorzar. Hemos llegado a buena hora y a mí, en particular, me apetece algo de cuchara que satisfago con una sopa castellana que está de muerte. Remato la faena con un revuelto de jamón que me deja ahíto. Vuelta al hostal. Llega la hora de ducharse y de echarse un rato. No consigo dormirme pero me quedo transpuesto. Toco en la puerta de Javier pero no contesta. O está durmiendo o se ha abierto. Aprovecho para dar un paso hasta una farmacia cercana a la Plaza y compro Voltarén crema. El pie me sigue fastidiando. Muy cerca hay un supermercado en donde aprovecho para comprar algunos plátanos, bebida isotónica y el desayuno del día siguiente. Vuelvo a  mi habitación  para dejar las bolsas y suena el móvil; es Javier que me indica que está sentado en un velador de la Plaza. Hay puestos de libros y se ha comprado uno. Le propongo ir a dar un paseo por una Salamanca muy ambientada con gran cantidad de gente por las calles. Víspera de fin de semana y con un clima excelente. Nos hacemos algunas fotos por el casco antiguo. Le explico a Javi el origen de la expresión: “Estar en capilla….”. Hace años, en mi época estudiantil, estuve en Salamanca con unos amigos viendo un concierto del legendario Cámel. Preguntamos por el lugar en donde se busca la ilustre rana pero la fachada está en obras con andamios. Nos sentamos un rato frente  a la Catedral en una plaza que está petada de gente. Llega la hora de ir a cenar algo y tras husmear por varios sitios nos decantamos por el bar que está justo al lado del hostal que tiene buena pinta y dispone de gran variedad de tapas. Me vuelvo a quitar el mono de jamón con una excelente ración de ibérico y tras alguna tapa adicional, nos vamos a la cama. Ya veremos hasta donde llegamos mañana. Estamos en el destino deseado según el plan previsto.

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